Recargas de tarjetas: poco eficiente y complicado de gestionar
Para GLASST era importante que sus ejecutivos tuvieran una tarjeta con la cual pudieran pagar sus gastos en cualquier viaje y esto se complicaba al tener tarjetas a las cuales les tenían que hacer recargas, pues depositaban un presupuesto aproximado y si llegaban a necesitar más, debían hacer de nuevo la transacción.
Esto hacía que el ejecutivo y el equipo de finanzas perdieran tiempo con un proceso poco efectivo.
Control de gastos con poca visibilidad
Al tener que estar recargando las tarjetas constantemente, el control de gastos se veía afectado, pues las recargas tenían que ser en el momento justo que las pidiera el ejecutivo, entorpeciendo el trabajo del equipo de finanzas. Esta falta de control y el tratar de solucionarlo lo más rápido y efectivamente posible, los llevó a que, en algunas ocasiones, tuvieran que usar el flujo de la caja para pagar a proveedores y poder cumplir con los tiempos establecidos y mantener la confianza de cada uno.
Mala experiencia con el servicio al cliente
El servicio al cliente lo es todo, pues de eso depende de que un cliente se quede satisfecho o se vaya a buscar otra opción. Con los bancos tradicionales, GLASST solo encontró procesos lentos, complicados y un servicio al cliente poco eficiente y nada claro, haciendo que los trámites para obtener una tarjeta o aumentar el saldo de la misma, tardarán muchísimo tiempo o en algunas ocasiones, no fueran aprobadas.
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Tenían tarjetas precargadas para los empleados, haciendo un proceso poco eficiente y tardado. .svg)
Asignan tarjetas digitales o físicas con saldos y usos personalizados para cada empleado.